Es sabido que los adivinos gustan del misterio, la paradoja suele ser una forma de misterio. La siguiente anécdota (antiquísima) ilustra el tema.
Dicese que un aspirante a adivino debia dar el examen final sobre su arte, y al escuchar la unica pregunta que se le formulaba, decidió poner en aprietos a sus profesores.
La pregunta en cuestión fué: "Ya que usted es adivino, conteste lo siguiente: ¿Va a aprobar o no este examen?
El estudiante pensó unos segundos y contestó: "No, no voy a aprobar". Los Profesores sonrieron brevemente, quizás contentos al poder castigar al estudiante, pero pronto se les borro la sonrisa. Y se dieron cuenta de la trampa infinita en la que estaban. Tenían solo dos posibilidades:
a) Si no aprobaban al estudiante, en base a qué lo hacían, si el justamente había predicho que no lo aprobarian, y entonces estaba acertando. Por lo tanto no podian reprobarlo.
b) Si aprobaban al estudiante, en base a qué lo hacían, si él habia predicho que no pasaría bien el examen. Por lo tanto, tampoco podían aprobarlo.
Querido lector, dichos profesores, desde hace unos miles de años, siguen pensando, sentados a la mesa del exámen, que pueden hacer para salir de la paradoja. Si se les ocurre algo, por favor, avíseles (y cuéntenme).